Los argumentos para la salida del cepo; los tiempos para la reforma tributaria y laboral; las expectativas para la inflación y la lógica del poder; la desregulación que se complementa entre los equipos de Luis Caputo y Federico Sturzenegger; las encuestas que lo respaldan y la lógica de poder en un contexto distinto; cómo es el juego de las variables que pueden controlar los libertarios y las que no; las medidas que llegan
El silencio se escucha en la Quinta de Olivos. Allí es frecuente que el presidente de la Nación, Javier Milei, analice los pasos a seguir con el celular siempre encendido y los libros de macroeconomía a un paso de los sillones grises adonde apuesta a detener por unos minutos el tiempo cada vez que se avecina el fin de semana. La Jefatura de Gabinete de la residencia presidencial luce más minimalista que nunca. Atrás quedaron las fotos de Eva Perón y los vinilos que supo tener Alberto Fernández o el estilo de decoración en blanco y negro con el que Juliana Awada delineó el parecer de la residencia en la gestión macrista.“Al final del día las decisiones siempre recaen sobre una persona y eso lo tengo claro desde siempre”, sostuvo a sus allegados el Presidente respecto de lo que suele interpelar a quienes ocuparon esa posición y es la soledad del poder. La responsabilidad no parece abrumarlo. Su lógica es muy distinta a la de sus antecesores. No hay entradas y salidas de mucha gente, tampoco asistentes estresados o funcionarios corriendo nerviosos como solía verse durante las gestiones anteriores. Las alfombras casi no reflejan pisadas y es justamente en ese contexto en donde se gesta la estrategia del segundo capítulo de su presidencia o como lo llaman algunos de los integrantes de su mesa chica: “Milei, año 2″. Allí el escenario económico tiene bastantes menos aristas que el político. Es sin dudas la superficie en la que se siente más cómodo.Algo de esto va a exponer en la cadena nacional que tiene prevista para el prime time del 10 de diciembre en el que cumplirá su primer año de gestión. Allí enumerará sus logros económicos, sostendrá que la inflación logró controlarse y que la actividad vive en la actualidad un rebote más rápido del esperado. La emisión cero y el superávit serán parte de su discurso, también hará referencia al índice de pobreza que fue el dato más difícil en la etapa inicial de su gestión y que, según los relevamientos que manejan en el Gobierno, bajó del 57% al 46%. El presidente se referirá además a la baja del riesgo país, a la muerte de los cientos de tipos de cambio que tenía la Argentina y al fin de los piquetes combinado con la baja de la inseguridad. Está convencido que para las elecciones de medio término no podrán correrlo con las promesas de campaña. “Motosierra, competencia de monedas y el que las hace las paga. Las tres son mis prioridades hoy. Por supuesto que cuando pueda cierro el Banco Central también”, advirtió a sus allegados en un tono bastante más tenue que el de sus apariciones en público adonde dice dar las “batallas culturales”.Entre lo controlable y lo autárquicoEl futuro de lo que supone controlable lo tiene escrito. En lo monetario si hay tres meses seguidos de inflación al 2,5% bajará el crawling peg (devaluación administrada) al 1% y si hay tres meses consecutivos de inflación en 1,5% o debajo de ese número, planea abrir el cepo. Claro está, eso combinado con si la base monetaria estándar es igual a la base monetaria amplia. Es decir, que no haya sobrante de pesos en el mercado.Para el segundo año libertario está previsto continuar con la agenda de desregulación, levantar el cepo y en función de la realidad fiscal avanzar en la baja de impuestos. En lo social será una misión del Ministerio de Capital Humano avanzar en la combinación de un plan que combine educación y salud para trata de sacar a los niños de la pobreza y como meta mayor pasar de un plan a un empleo.“¿Cuándo vieron a un tipo que entrega política fiscal y monetaria cero en un año de elecciones? Eso está en mi job description”, describe como un mantra antipolítica a los empresarios que lo cruzaron en los últimos días. En su análisis hay variables controlables que son las que dependen de su gestión y no controlables que es lo que eso genera en quienes lo votan o dejan de votar lo que el gobierno hace. Pero para analizar la opinión pública mantiene el pragmatismo de la etapa de elecciones: mira todas las encuestas y de la suma de los relevamientos saca su propio diagnóstico.En su entorno más cercano se le escuchó a Santiago Caputo, el asesor presidencial de más bajo perfil, una reflexión del estilo de gestión. “Sabemos que en definitiva lo que importa es la realidad. No tanto lo que digan los focus o encuestas sino que a cada ciudadano le vaya mejor. Eso es lo que hace ganar o perder elecciones. Mucho más simple de lo que muchos creen”, afirmó en privado Caputo a un interlocutor.Respecto de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, si bien las negociaciones ya están avanzando, en el Gobierno no se muestran apurados. Aseguran que les sobran posibilidades de financiamiento y que eso continuará creciendo en la medida que el riesgo país acentúe su tendencia a la baja. “No tenemos apuro ni necesitamos buscar plata en el mercado”, advirtieron en Economía. Aunque aclararon que es muy factible que el acuerdo se concrete en 2025. Al menos a eso aspiran.Entre los impuestos y las reformasEn el terreno de las cartas que guardan bajo siete llaves hay dos que claro está tendrán un acelerador o una velocidad menor en función de las elecciones de medio término porque dependen directamente de la conformación del Congreso. Allí juegan la reforma impositiva y previsional. Ambas están listas en Economía pero dependerá su avance de la realidad política y del contexto que permita implementarlas. Algo similar ocurre con la reforma laboral más profunda que también está en gateras pero que el propio presidente la puso como un objetivo de la fase dos. “En lo tributario lo importante, es reducir la informalidad y aumentar la torta de contribuyentes. Eso permitirá bajar impuestos. En lo laboral hay que poner fin a la industria del juicio”, admitió un alto funcionario que visita con frecuencia Balcarce 50.La liga de la desregulación juega en dos equipos complementarios. Por un lado, Pablo Lavigne, secretario de Comercio; y Juan Pazo, secretario de Coordinación de la Producción, dentro de las huestes de Luis “Toto” Caputo y por otro Federico Sturzenegger, al frente del ministerio de Desregulación con su propio equipo.La dupla Lavigne Pazo puso en marcha la eliminación de todos los controles cuantitativos de importación (SIRA, LNA y CEF AFIP); reactivó la Ventanilla Única de Comercio Exterior, para las operaciones de comex y derogó la ley de góndolas, abastecimiento, precios justos y 110 regulaciones de control y pedidos de información. A su vez avanzaron con la baja de aranceles a insumos del agro, insumos plásticos, heladeras y lavarropas, motos, bicicletas y neumáticos.“Levante la mano quién de ustedes cree que a la economía le va a ir mejor en 2025″. La pregunta irrumpió en el auditorio del Malba adonde se entregaba el premio al director financiero del año. Allí unos 300 líderes de las empresas más importantes del país de los rubros más disímiles y tal vez uno de los públicos más escépticos dentro de los organigramas corporativos no tardaron ni diez segundos en levantar la mano. Nadie de esa exigente muestra cree que la Argentina no tendrá un mejor ejercicio el año próximo. Los datos hablan de un 5% de crecimiento del PBI pero como base para lo que sigue.Las encuestas reflejan también el factor de expectativas económicas cada vez con mayor certeza. El último tracking nacional que acaba de cerrar Sebastián López Perera, de la consultora Marketing & EstadísticaFixer, tiene dos datos reveladores: siete de cada diez argentinos creen que la inflación seguirá bajando y, pese al ajuste, un 47% de los encuestados afirma que el Gobierno está haciendo cambios que necesita la Argentina. Y, aunque casi en espejo, se da que el optimismo le ganó este mes al pesimismo respecto de cómo será la situación en dos años. Para un 45% de los argentinos será mejor y para un 44% peor. La fiebre histórica mostraba a los escépticos por encima de los optimistas.Cada vez son más las empresas que toman nota del nuevo contexto. Luis Galli, número uno de Newsan y protagonista de una de las adquisiciones del año con la operación local de Procter & Gamble, dio un diagnóstico contundente para cerrar el 2024 con sus proveedores y clientes. “El primer año del Gobierno de Milei demostró un coraje para un cambio cultural que hace muchos años muchos argentinos esperábamos. Superó el déficit fiscal, la inflación y fue muy positivo para el país y para la economía”.No obstante, admitió que eso supone desaprender porque para gran parte de los negocios en la Argentina “la inflación ya no cubrirá ineficiencias, no están las SIRAS, y la apertura y desregulación se vive día a día. Volver a trabajar en la competitividad endógena, en mayor competencia y con precios a la baja y menores márgenes es ya una realidad”, admitió. Newsan tiene 9000 empleados y con las últimas compras más otras alianzas que anunciará en los próximos meses buscará convertirse en la empresa de distribución más grande de la Argentina.“Hay que romper todo lo que hicimos estos últimos 20 años y entender que después de mucho tiempo centrados en la oferta por la infinidad de restricciones que existían ahora habrá que volver a la demanda. Eso supone mirar hacia adentro pero sobre todo hacia fuera de nuestra compañía y competir. Al fin trabajaremos de lo que nos gusta”, graficó el CEO de otra multilatina argentina. El sentimiento es compartido por las empresas de los sectores más disímiles y es que después de muchos años de bajo protagonismo del marketing y la comercialización ahora les llegó la hora de la revancha. Con menos estrés financiero y de lobby como en los tiempos K, ahora el foco vuelve a ser el cliente.El aumento del límite a US$ 3000 para compras por Courier y establecimiento de franquicia de US$ 400 por envío sin pago de aranceles ni tasa estadística supone también otro desafío en puerta para las compañías locales. Federico Sturzenegger, en tanto, continuará con lo que denomina “Deep motosierra”. Se anota la reducción de unas 33.291 posiciones en el sector público a las que incorporará otros 2300 puestos menos con los datos de octubre que recibió el viernes. Eso en el acumulado desde diciembre de 2023.A su vez tiene un stock de entre 150 y 200 decretos en los que está trabajando para desregular área por área. Una de las iniciativas a las que le ponen más fichas es el CIBU que es el certificado de importación de bienes usados. “La gente no compra bienes de capital usados porque es demasiado riesgoso. Vamos a hacer cambios para terminar con la burocracia en esta área que puede ser clave para evitar cortarle las alas a las empresas medianas”, anticipó un alto funcionario del Ministerio de Desregulación. Además la apertura de plantas y el rol del Senasa puede sufrir nuevos cambios.Sturzenegger tiene mapeado con el aval del presidente “los sí y los no de un gobierno libertario”. Eso implica analizar qué funciones tiene que desarrollar una municipalidad, un gobierno provincial o el Poder ejecutivo nacional. Ese, dicen, será el camino para reducir el Estado fuertemente en el año 2 y lograr que áreas enteras reciban la acepción que resume el modo de época: “afuera”. O en palabras del vocero presidencial: “fin”.
» Fuente: La Nación
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